lunes, 16 de agosto de 2010

Mujeres al Fin y al Cabo


Hablando de cosas y de infelices
un día tomábamos un café (de los buenos... de Colombia)
no comíamos nada (para hacerle cama a la anorexia)
hablábamos de mujeres
hablábamos de como todas somos "buenas" (MENTIRA)
en realidad hablábamos el lenguaje secreto que solo las mujeres entendemos
(y del que no nos avergonzamos pues al final todas somos MALAS)
hablamos de nuestras vidas, de los tantos y los pocos del pasado, el presente y el jamás
como los habíamos destrozado una y otra vez
y como lo queríamos volver a hacer (ya se había convertido en un placer)
tocábamos la herida más reciente de la otra (por rivalidad natural entre mujeres)
competíamos a ver cuál era la mejor (supuestamente) o más bien la PEOR (literalmente)
el café ya iba a la mitad
y decíamos como nos encanta tenerlos a todos pero que nadie nos tenga
poco a poco desnudábamos la sucia conciencia de la otra
como "enemigas intimas"
viendo la oportunidad de hacer caer a la otra
para insultarle con las deliciosas palabras:
"estas enamorada"
y "felicitarle" con la hipocresía mas obvia que podría haber
se acabo el café y la oportunidad no llegaba
pero no nos daríamos por vencidas
eso no es cosa natural en la mujer
así que nos invitamos una comida
(desechando a la anorexia y tropezando hacia nuestro poco poder de voluntad)
pedimos un vino tinto
un cabernet (uno bueno, uno chileno)
brindamos por lo infelices que somos (pero que somos con los demás)
y retomamos la conversación que teníamos al final del café
después de dar círculos en un mismo tema (mala costumbre femenina)
finalmente llegamos a la implícita conclusión de que éramos igual de malas
o lo que es lo mismo, de que éramos igual de "buenas" (jajaja)
de que habíamos herido, matado y sepultado a tantos como la otra (no literalmente)
y que nos sentíamos tan orgullosas de ello como la otra
habíamos caído en un desgraciado empate
lo que nos hacía a las dos unas perdedoras
y perder es la peor de las ofensas
pues las mujeres nunca perdemos, actuamos y manipulamos que es muy diferente,
pero solo perdemos de verdad ante otra mujer
cuando acabamos la última copa
era hora de irse
nos dimos un beso en cada mejilla (como dos prostitutas francesas)
y poco a poco en cuanto la despedida se hacía real
nos volvíamos a colocar nuestro antifaz de niñas buenas
cada una caminó por su camino
como si no matáramos ni una mosca
pero al fin y al cabo las mujeres nos las sabemos todas

(Lyda Sanabria)

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